sábado, 31 de julio de 2010

Soy un Adam, estoy hecho de barro, un barro cambiante y moldeable. Pero en el fondo no soy más que tierra y agua, sucio y puro, como la mayoría de los Adam-es.
El extenso invierno solo deja crecer unos cuentos arboles frutales de los cuales puedo alimentarme

El primero de ellos es muy alto, sus frutas son escasas y muy difíciles de alcanzar, la verdad es que son amargas, por eso creo que muy pocos las comen. Aunque he observado a quienes se obsesionan con este árbol al que llaman "conocimiento".

Otro que abunda mucho es el "fe", su copa es enorme y hermosa, su estatura permite fácilmente alcanzar sus frutos. Los que he probado, son muy dulces y un tanto alucinógenos pero ya me tienen bastante hostigado.

El tercero es mas bien un arbusto, "estupidez", al estar a ras de piso es muy fácil comer de el, el sabor del fruto es muy similar al de fe pero sin el efecto alucinógeno

y el ultimo árbol es "indiferencia" de tamaño moderado, lo curioso es que en el crecen frutas de todos los demás arboles y siempre hay un "estupidez" cerca de el.

De vez en cuando llueve torrencialmente, hemos de escondernos en cavernas oscuras, sin fuego pues este podría secarnos hasta la muerte, solitarios siempre porque.. no lo se.. pero solitario es mejor.
He visto como algunos se asoman a los lagos que se forman después de las tormentas para verse a si mismos y siempre pierden el equilibrio, caen y mueren disueltos.
No hay forma de hidratarse. Estamos condenados a perder agua poco a poco hasta solo ser polvo.

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